lundi 1 février 2016

67- Protección de las plantas -5- El buen uso de los plaguicidas

EL BUEN USO DE LOS PLAGUICIDAS

Un mundo sin plaguicidas de síntesis no es actualmente factible, por mucho que digan algunos, especialmente porque
-       la población mundial ha aumentado de manera exponencial en las últimas décadas,
-       las necesidades alimentarias han literalmente explotado,
-       numerosos problemas fitosanitarios que pueden gravemente afectar a la producción agrícola no tienen, hoy por hoy, otra solución efectiva,
-       las superficies agrícolas disponibles para la producción de alimentos van en disminución (urbanización, desertificación, producción de biocarburantes, producción de plaguicidas ecológicos, etc.)
Los plaguicidas disponibles para la agricultura ecológica son cada vez más numerosos y cubren necesidades cada vez más amplias. Pero no son todavía lo bastante numerosos y polivalentes para responder a todas las necesidades.

Sin embargo, como te lo explicaba en mi último artículo (http://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/01/66-proteccion-de-las-plantas-4-en-la.html), bastaría con revisar las exigencias de la agricultura ecológica, incluyendo los “plaguicidas-copias”, que no son más que una fabricación sintética de moléculas naturales, para cubrir la mayoría de las lagunas de la farmacopea ecológica.
Pero entramos en dominio altamente político, donde la lógica, la visión a largo plazo, la verdadera consideración de los problemas medioambientales y la simple coherencia, pasan en segundo plano frente a la búsqueda del poder y a la manipulación de la opinión pública en un objetivo ideológico.

Todo lo anterior para decirte que, en el estado actual de la agricultura, es totalmente posible hacer una agricultura convencional, muy respetuosa con el medioambiente y la salud.
Pero también es para afirmar que los riesgos ligados al uso de los plaguicidas son los mismos para los productos naturales que para los productos de síntesis.

Está claro que algunas precauciones son necesarias, para reducir al máximo el impacto de los plaguicidas empleados.
Aquí otra vez, estas recomendaciones son válidas tanto para los plaguicidas de síntesis que los plaguicidas ecológicos. Si un principio activo mata a un insecto dañino, es probable que también mate insectos útiles o que tenga efectos segundarios indeseables, tanto si procede de la química de síntesis como si es un extracto de plantas.
Para el uso de todos los tipos de plaguicidas, algunas precauciones son imprescindibles para que su impacto sea mínimo.

Pues, ¿que son las condiciones correctas, cuando se está hablando de plaguicidas?

Se trata de varios puntos esenciales:

La formación del personal: todas las personas que tienen que intervenir deben haber recibido la formación adecuada, tanto las formaciones obligatorias al manejo de los productos, como para la observación de los cultivos y el reconocimiento de los problemas fitosanitarios. Se trata del propio agricultor, su observador, los tractoristas, almacenistas y todas las personas que pueden jugar un papel en la protección fitosanitaria.

La determinación exacta de las necesidades: gracias a la formación del personal, la finca es vigilada según una rutina específica para cada cultivo presente, para determinar su estado fitosanitario y los riesgos potenciales en cada momento. Para eso, se aprovechan todos los medios disponibles, la vigilancia visual por conteos, el trampeo de monitoreo, el cálculo de los ciclos de los cultivos y de los problemas fitosanitarios, la información fitosanitaria, los datos climáticos. De este modo, se vigilan todos los riesgos potenciales, así como la evolución de la fauna útil. Esos controles se ponen en relación con el riesgo para el cultivo, las probabilidades de evolución y los umbrales de intervención disponibles. Es la sistemática que le va permitir al agricultor tomar la decisión de esperar o intervenir, y de qué manera.
Trampa de monitoreo para vigilancia de la Mosca de la fruta.

El producto adecuado: cada producto tiene características precisas, y puede responder a una gama de necesidades bien determinadas. Los efectos colaterales no controlados son los que provocan los problemas medioambientales. Es imprescindible emplear siempre el producto más adaptado a la situación. Una buena efectividad del tratamiento es la mejor manera de no necesitar repetirlo.

El momento adecuado: es el momento en el que la solución elegida tendrá la mejor efectividad sobre el problema a resolver. Cada situación es diferente. Aplicar el producto demasiado pronto le hace perder de su efectividad, ya que el objetivo no se encuentra en su momento de mayor sensibilidad. Además, al menos en el caso de los insecticidas, esperar permite a menudo que los insectos útiles se instalen y puedan resolver el problema sin necesidad de tratar. Aplicar el producto demasiado tarde, es ponerlo en una situación en la que puede no ser suficiente, con lo que será necesario, o bien completarlo con otro, o tratar una segunda vez. Es menos efectividad con un mayor coste económico y medioambiental.

Las condiciones meteorológicas adecuadas: hay que tratar siempre sin viento para evitar las derivas del producto fuera del cultivo, sin lluvia para evitar el escurrimiento al suelo, y con condiciones de temperatura adecuadas. Es frecuente en verano, tener que tratar de noche para evitar los fuertes calores que pueden reducir seriamente la efectividad de las aplicaciones. Pero puede resultar difícil combinar todos los factores de tratamiento, y las condiciones climáticas no siempre son fáciles de respetar.

La dosis adecuada: una dosis demasiado baja tendrá una eficacia insuficiente y puede conllevar la necesidad de una segunda aplicación. Además, el uso sistemático de dosis demasiado bajas puede conducir a la aparición de cepas resistentes (los insectos supervivientes al tratamiento se inmunizan progresivamente contra el producto). Una dosis excesiva resolverá el problema, pero con un sobrecoste económico y un sobrecoste medioambiental elevados, ambos siendo nefastos e inútiles.

La alternancia de los productos: es una regla básica en el uso de plaguicidas, químicos o ecológicos. Hay que alternar los productos, haciendo variar los modos de acción, para que el problema a resolver tenga menos posibilidad de desarrollar una resistencia.

El cumplimiento de la condiciones de uso: cada producto, antes de llegar al mercado, pasa por numerosas etapas de estudio que permiten determinar sus condiciones de uso, sobre cada cultivo en los que recibirá una autorización. Afecta a los plazos  de uso antes de la recolección (para permitir reducir el residuo potencialmente presente en el momento del consumo), a las distancias con las láminas de agua, el plazo a respetar antes de que una persona o animales puedan entrar en las parcelas tratadas, etc.

La calidad del material de aplicación: es lo que va permitir respetar la dosis adecuada y el momento adecuado, con lo que es fundamental. Se trata principalmente del tipo de maquinaria y del tipo de boquillas. La maquinaria debe ser adaptada al cultivo. No se puede tratar con los mismos equipos un trigo, una viña o una plantación de cerezos. Pero también se trata del número de máquinas que la finca debe tener para poder reaccionar rápidamente en caso de problema, sin que pueda coger graves proporciones por culpa de un infra-equipamiento, y de lentitud en la intervención.

La calidad de los equipos de protección individual (EPIs): son los guantes, botas, cascos o mascarillas, monos de protección o cabinas de tractores. Es imprescindible que estén adecuados y en buen estado. También es imprescindible que las personas que manejan los productos, que son las más expuestas, los lleven (lo indico ya que a muchos aplicadores, no les gusta llevarlos puestos, tomando así riesgos inútiles). En determinadas condiciones, especialmente en verano con el calor, pueden resultar bastante incomodos. Uno de los puntos más delicados es la buena elección y el buen estado de los filtros respiratorios.

Las precauciones en el almacenamiento de los productos fitosanitarios: cada finca tiene que tener un local de almacenamiento seguro, de manera que los productos estén protegidos de la lluvia, del frío, del calor, total, de todas las condiciones que pueden afectar su conservación. El local debe ser resistente al fuego, equipado de extintores y deben poder contener un vertido accidental. Del mismo modo, su acceso debe ser restringido a las pocas personas formadas al manejo de los plaguicidas.

Las precauciones en la preparación del caldo fitosanitario: un punto de carga y de lavado bien hecho permite controlar el riesgo de contaminación del suelo y de las aguas. El uso de instrumentos de medición adecuados, suficientemente precisos y en buen estado, permite la justa dosificación de los productos. Además, es en el momento de la carga de las cubas que el producto es el más peligroso, ya que el envase es abierto y el producto es concentrado. Por eso es imprescindible tomar grandes precauciones en ese momento.

La gestión correcta de los efluentes y de los envases: es una parte a veces descuidada. Sin embargo es muy importante ya que evita serias consecuencias medioambientales en el entorno del punto de carga y en el entorno de la finca en general. La inutilización de los envases y su posterior reciclaje permiten evitar que se aprovechen, por ejemplo para el transporte de agua potable, o que se pierdan en el medioambiente.
Este punto de carga y lavado de maquinaria tiene el suelo impermeable, recogida de los efluentes para su tratamiento biológico (sistema Phytobac®), y equipos de medición específicos.

Todos esos puntos se resumen a dos puntos clave en la buena gestión de los insumos agrícolas: la formación, y el control.
No conozco ningún agricultor que utilice plaguicidas por gusto.
Las fincas han integrado ya en las rutinas de seguimiento de los cultivos, todas las observaciones fitosanitarias, meteorológicas y fenológicas (el estado de desarrollo del cultivo, que influye directamente sobre su sensibilidad), la presencia de enfermedades y plagas, la presencia de auxiliares (organismos útiles tal como polinizadores y predadores). Son los principales criterios que permiten tomar la decisión de intervenir, o de esperar.


En los países desarrollados, estos puntos están más o menos todos asimilados. Sin embargo, en los países en desarrollo, solo las empresas exportadoras tienen cierta sensibilidad al problema, por exigencias de sus clientes. Queda mucho progreso que hacer ahí, para que el uso de los plaguicidas sea bien gestionado.

Está claro que los plaguicidas son potencialmente peligrosos.

Pero hay que distinguir las dos fases muy diferentes:
-       La manipulación de los plaguicidas en la finca, donde el producto llega concentrado par su dilución, con lo que se maneja en su fase peligrosa. En esa fase, el riesgo viene de la concentración del producto. Es el efecto dosis, al igual que un exceso de alcohol, de café o de medicamentos es peligroso para la salud.
-       La presencia de residuos eventuales en los alimentos, para el cual cada producto ha sido objeto de unos estudios extremadamente completos, previos a su autorización de uso. Esos estudios permiten afirmar que los riesgos que presentan los plaguicidas para la salud de los consumidores son extremadamente bajos, por no decir inexistentes. Afirmar lo contrario, como algunos no dudan en hacerlo, es simplemente afirmar que las autoridades competentes envenenan voluntariamente la población. Una acusación extremadamente grave, sin ningún fundamento científico.


Pero está claro que un buen uso de los plaguicidas es un factor clave de efectividad y de sostenibilidad.

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