samedi 3 février 2018

123- Melocotones ecológicos, ¿de verdad?

MELOCOTONES ECOLÓGICOS, ¿DE VERDAD?

El melocotonero, hace mucho tiempo que estoy en ello. Es, de mi punto de vista, entre los cultivos que conozco, uno de los más difíciles y de los más técnicamente interesantes. Ninguna mecanización es posible, o casi, todo es todavía artesanal y manual, incluso a gran escala. Es uno de los últimos cultivos “sociales” en los países industrializados, es decir que generan una gran cantidad de puestos de trabajo para personal no cualificado.

Foto personal

Si sigues mi blog desde mucho tiempo, sabes que no soy un defensor del ecológico, porque me opongo rotundamente a la línea de marketing sobre la que se apoya desde más de 20 años. La producción ecológica tiene muchas cualidades, pero también determinados defectos, algunos serios. Sin embargo, todo el marketing está hecho, no sobre la base de una valorización del ecológico, sino sobre la base de ataques contra el no-ecológico. Se usa el miedo al envenenamiento como arma de destrucción masiva sin mirar los daños colaterales, siempre más numerosos y graves. No hay justificación a eso, todo lo contrario. Mira los casos de muertes de origen alimentario en el último cuarto de siglo. Los únicos casos graves implican sistemáticamente alimentos producidos en cultivo ecológico (E.coli en semillas germinadas, salmonelosis en melón, botulismo, etc.). Ningún caso similar demostrado existe en alimentos convencionales.

¿Por eso hay que prohibir el ecológico? Obviamente no. Pero hay que controlarlo al menos igual de bien que el convencional, lo que no es el caso en la actualidad. Por suerte, la nueva reglamentación europea va en la buena dirección (http://culturagriculture.blogspot.com.es/2017/11/119-reformar-lo-ecologico-no-es-tan.html).
Sabes también que, sin hacer producción ecológica, no critico los productores ecológicos, y hablo con frecuencia de problemas ecológicos o agroecológicos.
De hecho, me preguntan frecuentemente porque no hago producción ecológica.

Y es precisamente de lo que quiero hablar hoy.

No soy propietario de las tierras que cultivo. Soy director de producción para una empresa privada. Y como tal, no siempre tengo las manos libres.
Sin embargo sé que, comercialmente hablando, sería interesante producir en ecológico.
Pero no lo hago.
Es que hoy por hoy, es casi imposible producir melocotón en ecológico.

Una precisión para los que lo ignoran: cuando hable de melocotón, hablo de todas las subespecies o denominaciones incluidas en la especie melocotonero Prunus pérsica, es decir el melocotón, la nectarina, el durazno, el bruñón, la pavía (“melocotón verdadero”, y melocotón para conserva, de carne dura), el melocotón plano (paraguayo), la nectarina plana (platerina), así como las carnes blancas, amarillas, sanguíneas. Es la misma especie, es casi imposible distinguir el árbol de una subespecie u otra y las condiciones de cultivo son idénticas.


Te decía que cultivar melocotonero en ecológico es casi imposible. Seamos claros. Puedo tener tres melocotoneros en mi jardín, no tratarlos, y sin embargo comer sus frutas.
Hago una pregunta a los que tienen algunos melocotoneros en su jardín y que comen sus melocotones con aún más placer ya que vienen del jardín. Esos algunos melocotones, en el estado en el que se encuentran cuando los vas a coger, ¿los comprarías en una tienda?
La respuesta será no para la mayoría, ya que esas frutas se encuentran generalmente deformadas, manchadas, picadas, pequeñas y feas. Y esas frutas tan dañadas, incluso en ecológico, no se pueden vender (http://culturagriculture.blogspot.com.es/2017/08/112-calidad-5-cuando-al-ecologico.html).
El melocotonero es una especie extremadamente sensible a determinadas plagas y enfermedades, capaces de destruir casi totalmente la cosecha.
En condiciones naturales, el árbol produce frutas pequeñas y poco numerosas. Pero la selección varietal realizadas desde varios siglos ha seleccionado los caracteres de tamaño (calibre), de estética y de sabor, en muchos casos sin combinarlos con criterios de rusticidad (lo que es muy frecuente en la mayoría de las especies vegetales). No se encuentra en el melocotonero cultivado variedades antiguas rústicas, conocidas localmente pero con características poco adaptadas a las necesidades del mercado, como puede ser el caso, por ejemplo en el manzano o el ciruelo, y que podrían servir como fuente genética natural de resistencia.
Centros de investigación o experimentación en agricultura ecológica, muy conscientes del problema con la que todo el mundo bloquea para el desarrollo serio del melocotón ecológico, solo pueden probar, de manera empírica, el comportamiento de tal o tal variedad antigua o moderna. (http://www.grab.fr/wp-content/uploads/2014/07/A12RA02SensibiliteVarietalePechers.pdf).
Es un procedimiento extremadamente lento y costoso, que da muy pobres resultados.
Y la producción de melocotón ecológico no despega. Por supuesto existen algunos locos que lo hacen en pequeña cantidad, pero siempre a pequeña escala, para un circuito corto y confidencial, y con enormes riesgos económicos.

Desde el despegue de lo ecológico y la explosión de la preocupación de los consumidores por su salud y por el medioambiente, los botánicos de todo el mundo no han tenido mucha libertad para prospectar en las regiones de origen del melocotonero, China y Persa, y más concretamente Irán y Afganistán, presa de tensiones políticas y de incesantes conflictos desde 40 años. Ahí se encuentran “bosques” de frutales silvestres, procedentes de cruces naturales de casualidad y de siglos de adaptación, y se puede encontrar una enorme diversidad genética. Estas prospecciones, habituales en botánica, permiten un auténtico trabajo de mejora genética dentro de una misma especie, sin necesidad de buscar genes en especies vegetales distintas.
No dudo que algún día los científicos habrán puesto a punto variedades resistentes a esas enfermedades y plagas actualmente muy peligrosas.


Pero en la situación genética actual, el melocotonero sigue siendo una especia globalmente inadaptada al ecológico. Claro que es posible encontrar localmente, en un mercadillo de pueblo, un pequeño productor que vende algunos melocotones ecológicos procedentes de su escasa producción.
Pero si al contrario encuentras melocotones bonitos, gordos y en cantidad, no te fíes.
Es posible que sea exentos de residuos de pesticidas. Pero hacer una fruta sin residuo medible de pesticidas de síntesis (lo que se llama el residuo cero), no tiene nada que ver con la producción ecológica, ya que pesticidas sintéticos puede perfectamente haber sido empleados durante todo el ciclo vegetativo, sin por eso dejar trazas.
Pues melocotón ecológico hoy por hoy quiere decir, o bien una muy pequeña producción, generalmente difícilmente rentable para el agricultor (y con muy alto riesgo en el campo), y vendida a precio de oro, o engaño frecuente de parte del agricultor y de parte del canal de producción. Por ejemplo, no te fíes si encuentra melocotón ecológico en supermercado. La estructura de la producción ecológica y los volúmenes producidos no permiten satisfacer las exigencias de este tipo de comercialización.

Cuando lees esos numerosos artículos que pretenden que “lo ecológico podría alimentar el mundo”, que sepas que te están manipulando. El futuro será probablemente muy diferente, pero hoy por hoy, la producción ecológica no puede alimentar el mundo, por el simple motivo que muchos problemas no tienen actualmente solución ecológica. En la actualidad el ecológico puede alimentar un cierto mundo, más bien occidental y rico. Comer ecológico es hoy en día el privilegio de algunos. Las clases pobres y los países en desarrollo se conforman con esperar poder comer.
Es cierto que los progresos en esa dirección se realizan diariamente, pero al menos de momento, los pesticidas sintéticos siguen siendo imprescindibles para una amplia parte de la agricultura.

Pero mira el caso del melocotonero, que no es para nada un caso único. La rusticidad natural de la especie es baja. El trabajo genético sobre resistencias naturales está en sus inicios, y llegara, si llega solo en varias décadas. La única solución, en el estado actual del conocimiento, para mantener una producción que le permita al agricultor vivir de su producción, consiguiendo frutas en cantidad razonable, con un estandarte cualitativo suficiente para el mercado y la satisfacción del consumidor, es el empleo de los plaguicidas.
Para producir en ecológico, serán plaguicidas naturales, o al menos aceptados en los protocolos de producción ecológica.
Y aquí también nos encontramos delante un problema. Algunas enfermedades (roya, lepra, enfermedades de conservación) y plagas (pulgón verde) no tiene actualmente solución ecológica efectiva.
Es cierto que lo que es verdad hoy, ya no lo será en unos años, y la investigación progresa rápidamente.


Pero afirmar, hoy, que la producción ecológica podría alimentar el mundo es una estafa.
Solo es dejar creer a los consumidores que los agricultores, los organismos de comercialización y las autoridades gobernantes, autorizan y emplean pesticidas supuestamente inútiles, solo por el gusto de poder contaminar el planeta y tomar riesgos para la salud de los usuarios y de los consumidores.
Es dejar creer que una conversión rápida y total podría ser realizada, cuando es muy lejos de ser el caso.
Es silenciar que en muchos casos, lo ecológico solo es rentable actualmente porque disfruta de ayudas específicas, y sobre todo de un buen diferencial de precio, que desaparecerá cuando ecológico sea norma, provocando una inevitable explosión de los precios al consumo, o la ruina de los agricultores.
Es afirmar que los países en desarrollo, donde a menudo los agricultores no tienen acceso a los plaguicidas, son los únicos responsables, por su falta de conocimiento, de su propia pobreza et de sus muertes por hambre.
Es también olvidar que lo que alimenta actualmente los urbanos en su amplia mayoría, es una alimentación sana y diversificada, cuya calidad sanitaria nunca ha sido tan buena, procedente de una agricultura competitiva, muy mecanizada, a veces industrial, y que cambiar esto para hacerlo en ecológico, no será fácil.
Es olvidar que si el mundo se convierte al ecológico, habrá que aumentar las superficies cultivadas, deforestar, emplear más agua dulce para la producción de alimentos, más tierras cultivables para la producción de pesticidas naturales o de fertilizantes, y en consecuencia reducir la zonas de biodiversidad. Incluso los estudios más recientes y más serios se olvidan de este “pequeño” detalle (https://www.nature.com/articles/s41467-017-01410-w).

Y afirmar que gran parte de la solución pasa por la reducción del desperdicio de alimentos es totalmente ilusorio. Es lo que se llama un deseo piadoso. Es cierto, es bonito, es santurrón, no cuesta nada decirlo, pero tiene muy pocas posibilidades de llegar.
Porque es olvidar que una gran parte del desperdicio de alimentos procede de los países pobres donde la falta de formación, la falta de mecanización, la falta de disponibilidad de pesticidas, la falta de medios de transporte y la falta de medios de conservación son responsables de la mayor parte de las pérdidas incluidas en este “desperdicio”.
También es olvidar que la mayor parte de este desperdicio en los países ricos proviene de las exigencias estéticas del mercados y de los malos hábitos de compra debidos al modo de vida, que hacen que una importante parte de este desperdicio se produce entre la compra y el momento del consumo, directamente en el hogar.
Y no será en absoluto fácil cambiar. El desarrollo de los países pobres no se hará en pocos años, y la modernización de su agricultura tendrá como inevitable consecuencia una evolución hacia los mismos defectos que en los países desarrollados. En otras palabras, el desperdicio casi no se reducirá, cambiara de naturaleza.


Sin embargo, afirmar que en algunas décadas (y dejando la fecha extremadamente abierta), el ecológico podrá alimentar el mundo, estoy de acuerdo. El mercado es atractivo, la preocupación de los consumidores crece todos los días, y es evidente que esta vía tiene un gran futuro, ya que es la que lleva la investigación más dinámica, y la más subvencionada. La ayuda política y económica facilita mucho las cosas. Sin embargo no estoy muy seguro que se encontraran soluciones naturales a todos los problemas. Personalmente, estoy convencido que el futuro no es a la producción ecológica, sino a la producción integrada.

Ahora, seamos claros, el día en que el ecológico alimentara al mundo, pues ya será el estándar alimenticio. Eso significa que ya no habrá ni diferencial de precio, ni subvenciones, ni ayudas a la conversión. También quiere decir que, o una gran parte de los agricultores habrá desaparecido en los países ricos, a favor de agricultores capaces de producir más barato en países pobres, o los precios al consumo se habrán disparado.
Pero no creo que las autoridades políticas dejaran que se instale esta situación, que sería una revolución económica negativa que afectaría mucho el consumo de los hogares y por consecuencia la economía de los países.
Nos quedaremos pues con la primera hipótesis. La mayor parte de los alimentos procederá de los países pobres, que seguirán siendo competitivos a pesar de costes (económicos y ecológicos) de transporte elevados.
Se producirá ecológico, y se seguirá contaminando igual que hoy, sino más.


Foto personal

También hay que darse cuenta que los gigantes de la agroquímica ya han visto el viento cambiar. De hecho ya se han puesto en marcha. Todos, sin excepción (Bayer-Monsanto, ChemChina-Syngenta, Dow-Dupont, BASF y los demás) están invirtiendo, o ya lo han hecho, en implantaciones o en compras de empresas o laboratorios especializados en la búsqueda de soluciones ecológicas. Ya han empezado a proponer soluciones ecológicas a numerosos problemas de los cultivos.
En realidad, si el futuro es probablemente al ecológico, no es probablemente a la reducción del empleo de pesticidas, al contrario. Seguiremos tratando los cultivos posiblemente más que en la actualidad, dependiendo de la capacidad de aguante de esas nuevas soluciones ecológicas. Solo se sustituirán pesticidas sintéticos por pesticidas autorizados en ecológico.

Y estoy dispuesto a apostar que nos encontraremos nuevamente con algunos preciosos escándalos entorno a tal o tal pesticida ecológico del que se habrá descubierto que contamina los acuíferos, los suelos, que es un disruptor endocrino o que se encuentra en los cabellos de los niños.

¿Ves? No hay que perder la esperanza, todavía habrá materia para alimentar a las ONGs medioambientalistas o los movimientos ciudadanos, incluso cuando el mundo sea bio.

Es que ecológico no siempre quiere decir sano y respetuoso con el medioambiente.
Pero cuando el pueblo manipulable lo habrá entendido, me pregunto en qué estado se encontrara la agricultura occidental.

Pero hay que reconocer que los agricultores actualmente convertidos al ecológico (y generalmente excelentes profesionales, no se trata de denigrarlos), tendrán un claro avance en términos de gestión de los costes en producción ecológica, lo que será totalmente fundamental para la supervivencia de las explotaciones agrícolas.

¿Y la calidad en todo esto?
¿La qué?

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